Abades bien quiere al teatro
Una mesa camilla sobre una alfombra, una ventana con cortinas de encaje a juego, una mesa en la que no falta la fotografía del familiar fallecido, un baúl que esconde algo de presente y un pequeño escritorio del rezo completaban ayer una cuidada puesta en escena en el Teatro Juan Bravo, de una Bubilla Teatro que dio buena muestra, con su representación de ‘La Malquerida', del bien querer de Abades por el teatro.
Ya lo avisaba su directora, Ana García Bravo, días antes, y quien la conoce y ha trabajado con ella sabe bien de su cuidado y mimo en la organización. Todo estaba milimétricamente pensado para que la velada saliese "de sobresaliente". El juego de luces contribuía a cambiar la escena de sitio, el sonido completaba lo que no se podía ver (y dio un par de sustos a más de un espectador) y, de una forma acertada, el abrir y cerrar del telón para ejercer de transporte en el tiempo se sustituyó por la danza de una mujer. Como quien va removiendo una espiral de segundos, la bailarina giró a su alrededor, de un extremo a otro del escenario, para barrer los días que transcurrieron desde la muerte del prometido de Acacia (Nuria García Calle) hasta la mañana en laque poco a poco se va conociendo el verdadero motivo de su asesinato.
?A la altura del escenario y de la escena, los actores que forman el grupo de teatro La Bubilla, daban vida a una historia en la que el amor, la tragedia y los dimes y diretes que hacen válido ese refrán que dice "pueblo chico, infierno grande", quedaban más que bien representados en la expresión de la cara de Esteban (Joaquín Puente) o en el dolor y la rabia en los puños y los gestos de Raimunda (Maribí Albornos), principales protagonistas del guión.
?El duelo de las vecinas del pueblo, la indiscreción de la sirvienta de la casa, el temor y las ganas de venganza a la par del tío Eusebio (Lorenzo del Pozo), padre del prometido, o el atrevimiento y miedo de los jóvenes Bernabé (César de Andrés) y Norberto (José Manuel de Frutos), también eran reflejos del buen trabajo de meses de ensayos y repeticiones de escenas que ayer hicieron que ‘La Malquerida' se sintiese, al menos, bien tratada por el teatro aficionado.
?Llegó la hora de la escena final y resultó paradójico, porque donde el disparo de Esteban y la muerte de una de las protagonistas quizás deberían haber dejado un silencio sepulcral, el Teatro Juan Bravo comenzó a generar una sonada ovación que no quiso esperar hasta el momento en el que el protocolo tiene reservado el aplauso. Con toda la tragedia en escena, Abades exhibía su orgullo entre las butacas y despedía entre aplausos a La Bubilla, cuya abubilla se iba del Juan Bravo, un año más, con la cresta bien alta; mucho más alta.